Tuesday, January 22, 2008

Trastornando las vidas de l*s niñ*s

Por Curtis E. Hinkle
Traducido por Siliva García Dauder

Ya no somos hermafroditas. Ya no somos intersexuales. Somos todos varones o mujeres con “trastornos del desarrollo sexual” según muchos de los expertos médicos que han tratado nuestras vidas durante las pasadas décadas. En los Estados Unidos, ahora tenemos un nuevo Consorcio para el Tratamiento de los Trastornos del Desarrollo Sexual que está proponiendo gestionar las vidas de l*s futuros niñ*s nacidos con este desorden. ¿Cuáles son los riesgos implicados en este cambio de terminología? En mi opinión hay muchos.

¿Es la intersexualidad normal? No. Sin embargo, es totalmente natural y en la mayoría de los casos no es una amenaza para la vida. Existen muchos fenómenos diferentes en nuestro mundo natural que no son normales. Nuestro mundo está lleno de gente que no es normal de alguna u otra forma. Sin embargo, ¿qué criterio utilizamos para juzgar si esos fenómenos naturales son trastornos o no? ¿Qué criterio utilizamos para determinar si una variación natural en la población humana es buena, mala o neutra? Yo no tengo la respuesta a estas preguntas porque no parece haber una respuesta exacta. Varía en función de la persona que hace los juicios. Pienso que hay dos cuestiones fundamentales a preguntarse antes de juzgar comportamientos, variaciones y otros fenómenos en el mundo natural. ¿Son dañinos para la sociedad y si es así por qué? ¿Suponen un riesgo serio para el individuo y si es así por qué? Si la razón de que sean un riesgo para el individuo es simplemente la reacción de la sociedad hacia ese tema y no una amenaza real hacia esa sociedad, entonces, ¿es el individuo el que debería ser considerado “trastornado” o las reacciones de aquellos que juzgan al individuo? Creo que sería más apropiado decir que el problema está dentro del que juzga al individuo, y no en el individuo que es juzgado.

Ahora que los gestores de trastornos están listos para comenzar a tratar a l*s niñ*s con estos desórdenes del desarrollo sexual, me pregunto cómo de hecho será explicada esta terminología peyorativa al menor y qué consecuencias tendrán tales visiones patológicas al ser utilizadas para explicar no sólo el sexo físico del bebé sino las implicaciones que ello tendrá en todos los aspectos de la vida del menor asociados con el sexo, su identidad de género, rol de género, orientación sexual y necesidades de salud.

Una vez que a una madre o padre se le dice que su niñ* tiene un trastorno, es muy probable que asuma que debe existir algún tratamiento o bien para curarlo o bien para controlarlo. El consorcio no está ofreciendo una cura porque esto no es algo que pueda ser curado o necesite ser curado en mi opinión. Sin embargo, se convertirán junto con los padres en los gestores. ¿Se han convertido sólo en los gestores del cuerpo del niño que es la razón inicial para el diagnóstico? No, se han convertido en gestores de todos los aspectos relacionados con el sexo en la vida del menor, su género y su orientación. Lo que comienza como un desorden físico a ser tratado es visto ahora como un posible problema psicológico con otros desórdenes que se pueden evidenciar si el/la niñ* no acata el género impuesto. Y también tenemos el trasfondo de la homofobia. Alguno de estos gestores puede informar a los padres que es muy probable que su hij* sea homosexual como un resultado del desorden, lo cual podría hacer pensar a muchos padres que la homosexualidad es también un trastorno, parte del diagnóstico original cuando se les dijo que su hij* tenía un desorden del desarrollo sexual.

Existe mucha gente que de hecho cree que la homosexualidad es un trastorno y se implica en diferentes investigaciones para probarlo. Pueden no usar la palabra “desorden”, pero cuando hacen conexiones con menores intersexuales es mucho más fácil que introduzcan este concepto de la homosexualidad como trastorno también. Una vez se decide que ciertas variaciones del desarrollo sexual son desórdenes, entonces la mayoría de los comportamientos estrechamente relacionados con ese grupo pueden ser vistos como parte de ese trastorno.

¿Cuándo un gestor de trastornos revelará al paciente que tiene un desorden del desarrollo sexual? ¿Cómo podría hacerse esto de tal forma que el/la niñ* no sintiera que la pubertad, la identidad y otros aspectos esenciales de su vida no estarán trastornados también? No creo que exista la forma. El propio término “trastorno” implica que la conformidad con los protocolos será esencial para no estar trastornado, para no tener una vida trastornada y que los gestores son los únicos que tienen la solución. Pero ellos no están viviendo en el cuerpo del menor. No están viviendo ni en la mente ni en el corazón del menor. L*s niñ*s no tienen ni las palabras ni la experiencia para comprender el sexo, el género o la orientación.

Cuando se habla con los menores, es necesario hacerlo comprensible. Es por ello que me gusta la propuesta del Dr. Hazel Beh y el Dr. Milton Diamond de que usemos el término variación. Para un/a niñ* es fácil comprender que chicos y chicas vienen en todas sus variedades. Pueden mirar a su alrededor y ver que existe toda clase de niños y niñas, pero que cada clase o variedad no es necesariamente algo malo o algo bueno. Simplemente somos todos diferentes. Lo que es dañino para el/la niñ* es sentir que no es solo una clase diferente de chico o chica sino que es un chico o chica trastornado o defectuoso. Esto tiene implicaciones muy serias para el menor y podría hacer que su desarrollo futuro fuera incluso más estigmatizante y traumatizante al relacionarse con aquellos en control de sus cuerpos.

Cada sentimiento puede ser internalizado por el/la niñ* como parte del desorden, como algo que necesita ser tratado y que es vergonzoso. Sintiéndose que no es como otros chicos o chicas, que no se parece a otros chicos o chicas, que no tiene una orientación sexual como la mayoría de chicos y chicas podrían tener, y probablemente será interpretada por el menor como parte de su diagnóstico original, como parte de su desorden del desarrollo sexual.

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