Tuesday, January 22, 2008

Derechos Humanos Básicos para las personas intersexuales

Por Curtis E. Hinkle
Traducción: Silvia García Dauder

Imagina el siguiente escenario: una joven mujer finalmente da a luz a un bebé sano en un gran hospital. El doctor que la asiste mira inmediatamente entre las piernas del bebé y duda si anunciar la primera noticia que la mayoría de las madres recientes oyen sobre el nacimiento de su bebé. En lugar de ello, se gira hacia los otros en la sala y mira inquisitivamente. Nadie está seguro del sexo del recién nacido.

¿Por qué nadie está seguro del sexo de este bebé? Es obvio para los que están presentes que el recién nacido es intersexual, pero nadie se atreve a decirlo en alto en presencia de la madre. Solo hay dos opciones: niño o niña. Incluso aunque la Naturaleza no se conforme con esta arbitraria división en solo dos sexos, nuestros médicos practicantes y la sociedad sienten que deben mantener vivo a toda costa el mito de que todos somos varones o mujeres.

De cara a mantener este mito vivo, el bebé es mutilado mediante la eliminación de su clítoris hipertrofiado. Su capacidad para disfrutar de uno de los aspectos más básicos de la vida humana –el sexo- ha sido severamente reducida, si no totalmente eliminada.

Será criado como una niña incluso cuando puede que no se sienta como tal. La cirugía mutiladora ha borrado para siempre hasta qué punto podría haber sido un varón. Se siente aislado y sabe que es diferente pero nadie le quiere decir la verdad.

Va creciendo como una mujer, y con frecuencia se abusa de él sexualmente, pero se siente demasiado avergonzado como para hablarlo porque comprende lo diferente y lo inaceptable que es. Tolera el abuso en silencio y con vergüenza.

Después en vida se encuentra con la discriminación en el trabajo por ser diferente. Cuando presenta una acusación de discriminación con el EEOC, descubre que las leyes de discriminación sexual solo cubren a varones o a mujeres. Pero su discriminación no sucedió porque fuera mujer o varón, sino porque no era ninguna de las dos cosas. Otra vez es silenciado.

¡S-I-L-E-N-C-I-O! Ensordecedor. Silenciado al nacer y mutilado para encajar en lo que el doctor siente que es la mejor elección de entre los dos sexos aceptados. Silenciado por los rapaces abusadores sexuales porque está demasiado avergonzado como para denunciar las agresiones. Silenciado por las personas que supuestamente le quieren porque el personal médico les ha recomendado que nunca discutan el tema de la intersexualidad con él. Silenciado por sus colegas de trabajo que no tienen un espacio para alguien entre-medias-de los-sexos. Silenciado por la ley que niega su propia existencia.

Esta es la grave situación de millones de personas intersexuales en todo el mundo. ¿No deberíamos tener las personas intersexuales los mismos derechos humanos básicos que el resto? ¿Cuáles son los derechos humanos que tienen la mayor parte de las personas y que todos los países que han firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos se supone protegen a sus ciudadanos?

Abajo se señalan algunos de los derechos enumerados en la Declaración:

• Artículo 1.

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Están dotados de razón y conciencia y deberían actuar fraternalmente los unos con los otros.

• Artículo 2.

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción de ningún tipo, sea raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

• Artículo 5.

Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

• Artículo 6.

Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.

• Artículo 7.

Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que viole esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.

• Artículo 16.

Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del mismo.

¿Las personas intersexuales son tratadas con dignidad? ¿Somos tratados en igualdad ante la ley? ¿Somos tratados como completamente humanos? ¡No! Rompamos el silencio y atrevámonos a decir la verdad.

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Los bebés intersexuales no son tratados con dignidad. Sus derechos son violados cuando se les realizan cirugías puramente estéticas para hacer que otros se sientan aliviados mientras se les mutila y se les priva de la capacidad para disfrutar de una vida sexual. Su sensibilidad no es lo que cuenta. La capacidad para conformarse en un futuro a lo que se supone es el pene de un hombre es más importante que su dignidad o consentimiento o capacidad para tener un orgasmo. De forma rutinaria se realizan vaginoplastias a menores intersexuales asignados como niñas para que así sean capaces de dejar que un hombre les inserte su pene. Nadie ni siquiera les pregunta si se sienten como una mujer. Sus padres tienen que dilatar su pequeña vagina artificial haciéndoles sentirse sexualmente abusados por aquellos que más les aman. Para la realización de este tipo de vaginoplastias se utiliza un trozo de colon con espantosos resultados.

En lugar de reconocer nuestro sexo como intersexual, se nos trata de forma inhumana. Somos arrojados al silencio y si nos atrevemos a hablar se nos dice que tenemos una condición médica que debe ser tratada. ¿Cómo se sentirían los hombres si se les dijera que ser un hombre es una enfermedad y que tendrían que dejar que cirujanos les operasen, mutilando partes muy sensibles de sus cuerpos y forzándoles a terapias hormonales, y si mientras tanto todos los que se ocupan de sus tratamientos estuvieran escribiendo lo efectivo que es ese tratamiento? Si los expertos médicos aconsejaran que ni siquiera se le podría decir a ese hombre que alguna vez tuvo un pene. ¿Cómo se sentirían las mujeres si las únicas fotografías que hubiéramos visto de ellas estuvieran en los manuales médicos con sus caras con los ojos tapados y presentadas como monstruos patológicos? Somos humillados, marginalizados, patologizados y se nos ha dicho que cualquiera nos conoce mejor. Tenemos que escuchar, nunca hablar. No tenemos derechos humanos básicos. Somos silenciados. Somos tratados de forma subhumana. No tenemos espacio para vivir abiertamente en nuestras culturas. No somos tratados con dignidad.

“Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción de ningún tipo, sea raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Esto es cierto, a no ser que tu sexo sea intersexual. No tenemos derecho a casarnos con una persona de la que podemos sentir pertenece al sexo opuesto. No tenemos derecho a cierto cuidado médico que necesitamos porque fuimos asignados al otro sexo. Intenta conseguir un doctor HMO para que trate a un hombre con un útero. No tenemos protecciones básicas contra la discriminación sexual porque estamos legalmente en tierra de nadie. No tenemos derecho a negarnos a cirugías mutiladoras superfluas ni a asignaciones de sexo erróneas.

“Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. ¿No deberíamos considerar las mastectomías no deseadas de las mujeres un trato inhumano y degradante? ¿La castración quirúrgica de los hombres no debería ser considerada cruel? ¿La mutilación de los clítoris de las mujeres o la amputación forzosa de la cabeza del pene de un hombre no deberían ser considerados tratos crueles, inhumanos y degradantes? ¿Por qué esto no se concibe así en el caso de menores intersexuales?

“Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que viole esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación”. El investigador de la EEOC me informó que mi discriminación que era muy muy seria y que había derivado en una crisis mental documentada médicamente, no estaba cubierta por la ley porque yo no había sido discriminado por ser hombre o mujer sino por no ser ninguna de las dos cosas. La ley sólo protege a los hombres o a las mujeres. Encuentro eso en total violación de la Declaración de los Derechos Humanos Universales así como de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución de EEUU.

“Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del mismo”. Las personas intersexuales están constantemente privadas de este derecho porque algún cirujano decidió al nacer qué sexo tenían y crecen descubriendo que se deben casar con alguien del sexo opuesto al asignado médicamente o con nadie.

Trastornando las vidas de l*s niñ*s

Por Curtis E. Hinkle
Traducido por Siliva García Dauder

Ya no somos hermafroditas. Ya no somos intersexuales. Somos todos varones o mujeres con “trastornos del desarrollo sexual” según muchos de los expertos médicos que han tratado nuestras vidas durante las pasadas décadas. En los Estados Unidos, ahora tenemos un nuevo Consorcio para el Tratamiento de los Trastornos del Desarrollo Sexual que está proponiendo gestionar las vidas de l*s futuros niñ*s nacidos con este desorden. ¿Cuáles son los riesgos implicados en este cambio de terminología? En mi opinión hay muchos.

¿Es la intersexualidad normal? No. Sin embargo, es totalmente natural y en la mayoría de los casos no es una amenaza para la vida. Existen muchos fenómenos diferentes en nuestro mundo natural que no son normales. Nuestro mundo está lleno de gente que no es normal de alguna u otra forma. Sin embargo, ¿qué criterio utilizamos para juzgar si esos fenómenos naturales son trastornos o no? ¿Qué criterio utilizamos para determinar si una variación natural en la población humana es buena, mala o neutra? Yo no tengo la respuesta a estas preguntas porque no parece haber una respuesta exacta. Varía en función de la persona que hace los juicios. Pienso que hay dos cuestiones fundamentales a preguntarse antes de juzgar comportamientos, variaciones y otros fenómenos en el mundo natural. ¿Son dañinos para la sociedad y si es así por qué? ¿Suponen un riesgo serio para el individuo y si es así por qué? Si la razón de que sean un riesgo para el individuo es simplemente la reacción de la sociedad hacia ese tema y no una amenaza real hacia esa sociedad, entonces, ¿es el individuo el que debería ser considerado “trastornado” o las reacciones de aquellos que juzgan al individuo? Creo que sería más apropiado decir que el problema está dentro del que juzga al individuo, y no en el individuo que es juzgado.

Ahora que los gestores de trastornos están listos para comenzar a tratar a l*s niñ*s con estos desórdenes del desarrollo sexual, me pregunto cómo de hecho será explicada esta terminología peyorativa al menor y qué consecuencias tendrán tales visiones patológicas al ser utilizadas para explicar no sólo el sexo físico del bebé sino las implicaciones que ello tendrá en todos los aspectos de la vida del menor asociados con el sexo, su identidad de género, rol de género, orientación sexual y necesidades de salud.

Una vez que a una madre o padre se le dice que su niñ* tiene un trastorno, es muy probable que asuma que debe existir algún tratamiento o bien para curarlo o bien para controlarlo. El consorcio no está ofreciendo una cura porque esto no es algo que pueda ser curado o necesite ser curado en mi opinión. Sin embargo, se convertirán junto con los padres en los gestores. ¿Se han convertido sólo en los gestores del cuerpo del niño que es la razón inicial para el diagnóstico? No, se han convertido en gestores de todos los aspectos relacionados con el sexo en la vida del menor, su género y su orientación. Lo que comienza como un desorden físico a ser tratado es visto ahora como un posible problema psicológico con otros desórdenes que se pueden evidenciar si el/la niñ* no acata el género impuesto. Y también tenemos el trasfondo de la homofobia. Alguno de estos gestores puede informar a los padres que es muy probable que su hij* sea homosexual como un resultado del desorden, lo cual podría hacer pensar a muchos padres que la homosexualidad es también un trastorno, parte del diagnóstico original cuando se les dijo que su hij* tenía un desorden del desarrollo sexual.

Existe mucha gente que de hecho cree que la homosexualidad es un trastorno y se implica en diferentes investigaciones para probarlo. Pueden no usar la palabra “desorden”, pero cuando hacen conexiones con menores intersexuales es mucho más fácil que introduzcan este concepto de la homosexualidad como trastorno también. Una vez se decide que ciertas variaciones del desarrollo sexual son desórdenes, entonces la mayoría de los comportamientos estrechamente relacionados con ese grupo pueden ser vistos como parte de ese trastorno.

¿Cuándo un gestor de trastornos revelará al paciente que tiene un desorden del desarrollo sexual? ¿Cómo podría hacerse esto de tal forma que el/la niñ* no sintiera que la pubertad, la identidad y otros aspectos esenciales de su vida no estarán trastornados también? No creo que exista la forma. El propio término “trastorno” implica que la conformidad con los protocolos será esencial para no estar trastornado, para no tener una vida trastornada y que los gestores son los únicos que tienen la solución. Pero ellos no están viviendo en el cuerpo del menor. No están viviendo ni en la mente ni en el corazón del menor. L*s niñ*s no tienen ni las palabras ni la experiencia para comprender el sexo, el género o la orientación.

Cuando se habla con los menores, es necesario hacerlo comprensible. Es por ello que me gusta la propuesta del Dr. Hazel Beh y el Dr. Milton Diamond de que usemos el término variación. Para un/a niñ* es fácil comprender que chicos y chicas vienen en todas sus variedades. Pueden mirar a su alrededor y ver que existe toda clase de niños y niñas, pero que cada clase o variedad no es necesariamente algo malo o algo bueno. Simplemente somos todos diferentes. Lo que es dañino para el/la niñ* es sentir que no es solo una clase diferente de chico o chica sino que es un chico o chica trastornado o defectuoso. Esto tiene implicaciones muy serias para el menor y podría hacer que su desarrollo futuro fuera incluso más estigmatizante y traumatizante al relacionarse con aquellos en control de sus cuerpos.

Cada sentimiento puede ser internalizado por el/la niñ* como parte del desorden, como algo que necesita ser tratado y que es vergonzoso. Sintiéndose que no es como otros chicos o chicas, que no se parece a otros chicos o chicas, que no tiene una orientación sexual como la mayoría de chicos y chicas podrían tener, y probablemente será interpretada por el menor como parte de su diagnóstico original, como parte de su desorden del desarrollo sexual.

Sobre la violenta construcción del sexo como binario

por Antke Engel

Las personas intersexuales cuyo sexo no puede ser claramente definido como de varón o de mujer han intentado, durante tiempo, que se hicieran públicas sus experiencias con los tabúes culturales, la normalización forzada y las prácticas médicas violentas. Hasta el siglo XX han sido clasificadas como hermafroditas. El llamado progreso médico no sólo les ha patologizado sino que adicionalmente les ha “medicalizado” fuera de la existencia.(1) Hoy han acuñado el término “intersexual” como una categoría política, con frecuencia tras haber vivido durante años bajo una asignación sexual forzada.

El cuestionamiento de la rígida construcción binaria del sexo y de la heterosexualidad obligatoria por el movimiento lgbt y por la teoría y práctica feminista al menos ha creado un marco limitado para perspectivas y existencias que no encajan en las normas de sexo/género. Sin embargo, no existe todavía una comprensión real, un conocimiento o atención que sea otorgado suficientemente hacia aquellas personas que problematizan la realidad sugerida por el modelo corriente de percepción.


Límites de la percepción

El rechazo a su voz y visibilidad por parte de medios o editores de libros incrementa exponencialmente la ignorancia social que la gente intersexual experimenta en relación con sus experiencias cotidianas. ¿Cómo podemos explicar el consistente rechazo de los medios en relación con este tema? ¿La razón de que sea tan difícil atraer la atención del público es porque no se trata de ganar la aceptación hacia una supuesta “diferencia”, o más bien porque las personas intersexuales nos llevan a cuestionar la “normalidad del normal”? Incluso dentro de un contexto feminista, la buena disposición a reflexionar sobre los propios estándares normativos es limitada y dificulta el reconocimiento a la posible participación de gente intersexual dentro de las políticas y movimientos feministas.

Mientras tanto, se pone énfasis en la extensión de las diferencias de poder y la heterogeneidad entre las mujeres –denunciando así una categoría unificada como la de “mujer”. Sin embargo, parece todavía claro quién compone la categoría “no-mujer”. Equivocar los límites es una provocación no sólo para aquellas que están proponiendo una acción política en nombre de las mujeres, sino también para aquellas cuyos análisis y perspectivas están basadas en la diferencia sexual. Incluso dentro de contextos feministas queer, donde la heterosexualidad obligatoria y los constructos normativos de sexo y deseo están bajo escrutinio, no existe necesariamente un espacio para las cuestiones intersexuales.

Es bastante obvio que a los medios feministas no les interesa la mutilación genital como una práctica médica cotidiana realizada en las sociedades occidentales modernas, mientras contribuciones –frecuentemente con sesgos racistas- sobre la práctica “incivilizada” de la circuncisión y mutilación clitoridiana en algunos países africanos están fuertemente arraigadas en el repertorio feminista. Si se interesaran, la llamada de atención de los medios feministas sobre la violenta normalización sexual que forma parte del marco de la medicina occidental arrojaría una diferente luz sobre este discurso etnocéntrico y al mismo tiempo extendería la discusión a un aspecto muy importante del abuso sexual de niños.

Centrarse en las formas de violencia inherentes a las relaciones de sexo/género no parece ser una prioridad en este momento. Más bien, las teorías sobre la construcción y variaciones históricas del sexo y del género son interpretadas con frecuencia como si existiera libertad individual en relación con el poder de definir el sexo y el género. El género es tratado como una cuestión de gusto o estilo, que es performada en producciones variables sobre varios escenarios sociales. Solo la falta de recursos económicos o culturales es reconocida como un factor que limita al individuo, mientras que los aspectos psicológicos y físicos de la historia de vida de alguien o las sanciones de existencia sociales y/o materiales son aparentemente ignoradas. Pero el discurso sobre la elección individual y las lúdicas variantes es muy cínico, si nos percatamos de los mecanismos médicos y sociales de violencia usados para eliminar mediante la fuerza la ambigüedad sexual de los cuerpos intersexuales dentro de un marco binario de referencia. Quizá la razón de la continua ignorancia sobre este tema se explique por el hecho de que reconocer esta práctica social contra la persona intersexual nos haría cuestionar la promesa liberadora ofrecida por una visión no determinante sobre el sexo/género. (2)

Tratamientos médicos impuestos

La patologización del intersexual es la otra cara de la moneda impuesta por aquellos que se regodean en la ilusión de ser sexualmente no-ambiguos y celebran los ideales de la llamada normalidad, la norma. La patologización puede ser entendida así como un mecanismo retórico y práctico, que sirve para prevenir que el esquema sexual binario sea cuestionado. Mediante la conceptualización del fenómeno como una enfermedad y deformidad, la normalidad es indirectamente reafirmada mediante el ofrecimiento de supuestas “curas”. Si observamos de cerca los inmensos efectos excluyentes que son mantenidos firmemente arraigados al describir la intersexualidad como una enfermedad que requiere tratamiento, podemos también preguntarnos si no sería una tarea más fácil si padres e hijos aprendieran a vivir con la ambigüedad sexual. A la luz del hecho de que esto todavía no ha sido siquiera considerado como una posibilidad, a una le queda la firme impresión de que las regulaciones que controlan la ambigüedad sexual no están hechas para nada en el interés de aquellas personas afectadas, sino más bien en el interés de aquellos que desean mantener intacta la presente jerarquía de relaciones sexuales de cara a prevenir cualquier incertidumbre.

En la medida en que las personas intersexuales se han organizado políticamente para luchar contra las rígidas normas de sexo/género, emerge una perspectiva diferente, la cual explica el funcionamiento histórica y culturalmente variable –aunque todavía coercitivo- del sexo y género como construcciones sociales. Esto implica que nuestros modelos de interpretar cómo la intersexualidad es entendida deben cambiar. En lugar de una enfermedad, una desviación patológica, que es un fenómeno médico, la intersexualidad puede ser vista como un fenómeno social y político: una forma de ser, que al tiempo es “creada” así como prohibida a través de las normas binarias de sexo/género.

Una forma totalmente nueva de pensar y vivir es posible si se empieza con la premisa de que el sistema binario de sexo/género es un “ideal” social que en realidad solo unos pocos cumplen y que la necesidad de tal ideal es socialmente definida. ¿Qué significa esto en relación con las posibilidades y límites de cambiar las actuales relaciones entre los sexos? ¿Qué significa si buscamos estrategias políticas, no reducidas a la parodia y a la mascarada pero tampoco limitadas a un mero reconocimiento basado en la tolerancia hacia “el otro”?

¿Aceptación o desestabilización?

Si atendemos a las estrategias de representación pública, se pueden distinguir dos aproximaciones: aquellas que hacen uso de las políticas minoritarias y demandan reconocimiento del intersexual como un grupo específico, socialmente oprimido, y aquellas que buscan desestabilizar la construcción de un “ideal” llamando la atención sobre la ambigüedad, variabilidad y contradicciones inherentes en la “normalidad” sexual y de género. Entre estas dos estrategias existe una tensión, si no una incompatibilidad: la primera está produciendo una vez más otra categoría identitaria –un efecto, que es criticado por la segunda estrategia como una homogeneización problemática. Sin embargo, todavía tiene sentido desde mi punto de vista, tenerlas situadas mano a mano en el escenario público en lugar de esforzarse en decidir entre las dos o proponer una síntesis. Al menos, si se entiende la política como una discusión continua en lugar de perseguir la ilusión de una “verdad política”. Todavía es oportuno reflexionar sobre qué efectos diferentes tienen estas dos estrategias, a qué intereses sirven, y a qué audiencia se están dirigiendo –de cara a convertir la tensión en productividad. La división médico-científica en varios síndromes de lo que fue antiguamente denominado hermafroditismo subvierte la comprensión de lo intersexual como un fenómeno social y político.

Al mantener el principio del “divide y vencerás”, esto hace que sea casi imposible percibir la opresión y la fuerza sistemáticamente impuestas. Para contrarrestar este proceso puede ser útil actuar bajo un nombre común y crear un grupo social, que posibilite sujetos con voz en lugar de objetos médicos. Pero una vez más, cualquier movimiento político, que intente definir lo intersexual como una identidad grupal está creando una “categoría especial” –incluso si está justificada por la marginalización impuesta como “anormal” dentro de la estructura social dominante. Aún así existe una diferencia en función de si esto se realiza a través del auto-empoderamiento mediante la reclamación de derechos o siendo clasificado en una categoría especial. En el segundo caso, aquellos que están en posiciones de poder hacen uso de su privilegio de negar u otorgar derechos. Si desde una posición marginalizada existe una demanda de reconocimiento social, integridad e identidad o, si se quiere, una denuncia de la injuria y de la fuerza violenta, esto no significa que estas demandas sean universales, ahistóricas o fuera de contexto, sino más bien que responden a concretas necesidades y experiencias. Pueden estar apoyadas desde una perspectiva relativamente dominante sin asumir que todo el mundo debe afirmar estos conceptos de reconocimiento, integridad e identidad.

El privilegio de la normalidad

¿Cómo dirigir nuestra atención crítica hacia las formas en que funciona la llamada “normalidad”; cómo desarrollar perspectivas de cambio sin confirmar la estructura jerárquica que mantienen las leyes y hacia quiénes tienen que estar dirigidas las demandas? La ignorancia de la sociedad sobre las personas intersexuales tiene que ver con algo más que la vergüenza y la incertidumbre cuando nos enfrentamos con el “Otro”, con el otro siendo completamente integrado como el “otro”, sin alterar el orden existente de ninguna forma seria. ¿Y qué pasa si, sin embargo, resulta claro, que la “certeza” de la propia identidad de un* está basada en la marginalización de otras identidades? Es de esperar que confrontar la intersexualidad desestabilice la propia identidad de un* dentro del profundamente enraizado binario. Se dirige hacia las relaciones de poder y hacia las fuerzas utilizadas para asegurar la uniformidad social y la eliminación de la ambigüedad como una forma de mantener la estructura jerárquica de las relaciones de sexo/género. Aquí es exactamente donde reside la amenaza hacia la cultura dominante –pero quizá también la promesa de cuestionar el privilegio de la normalidad. Solo así existe la posibilidad de formar coaliciones –y de negociar diferencias de intereses- entre aquell*s que se sienten “a gusto” con la construcción binaria sexual y aquell*s que son incapaces o se niegan a encajar en ella. Comprender la intersexualidad como un producto de una rígida jerarquía sexual binaria, al tiempo que se la reconoce también como una experiencia concreta, individual y una forma histórica de existencia, ofrece la oportunidad de cuestionar y oponerse al sistema normativo binario de sexo/género.


Notas:

* Este artículo fue originalmente publicado en: Hamburger FrauenZeitung No. 53, Fall 1997: pp. 26-28 bajo el título “ene mene meck und du bist weg. über die gewaltsame herstellung der zweigeschlechtlichkeit.“ Traducción del alemán al inglés: Curtis Hinkle y Antke Engel; agradecimientos especiales a Nina Schulz.

** Agradezco a Birgit-Michel Reiter por las conversaciones que tuvimos por teléfono y vía e-mail. Sin estos intercambios intelectuales y provocadores, no habría podido escribir este artículo. Aunque he estado comprometida con el proyecto de desnaturalizar y desestabilizar la rígida jerarquía binaria de sexo/género durante tiempo, algo me ha alejado de afrontar las formas de violencia a las que están sujetadas las personas intersexuales. Estoy agradecida por este cambio de perspectiva.

(1) Incluso si se observa esta cuestión desde un punto de vista puramente legal, simplemente no hay hermafroditas por más tiempo. La ley exige que una persona sea o bien mujer o bien varón –no existe absolutamente ningún espacio para la ambigüedad.
(2) Lo que puede también explicar el actual desinterés hacia la violación, el abuso sexual de niños, la pornografía y la creciente violencia contra lesbianas y gays cuya relevancia en la construcción del género apenas es discutida.

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Dr. Antke Engel
Gastprofessorin für Queer Theory
FB Sozialwissenschaften
c/o Institut für Soziologie
Universität Hamburg
Allende Platz 1
d - 20146 Hamburg
Tel: ++49 / 40 / 42838-4363
Fax: ++49 / 40 / 42838-4664
antke.engel@uni-hamburg.de

Besos hermafroditas

Besos hermafroditas

Te miro por primera vez.
Bajas los ojos, mi chiquillo tímido.
Y suavemente sonríes y tomo tu mano
En la mía - dos manos hermafroditas.

Te tomo en mis brazos y te aprieto contra mis senos
Tú, el chiquillo de piel de porcelana
Suave como terciopelo (me haces temblar de placer)

Y yo, la chicarrona de barba
Te siento desplomarte en mi abrazo
Nuestros dos cuerpos cantan en armonía
Pongo mis labios en los tuyos -

Dos cuerpos eléctricos - dos almas destellantes
Un largo beso tan esperado
Entre dos hermafroditas que por fin se descubren
Y susurro suavemente en tu oreja

¡Adoro a los chicos que son chicas!...

Que aman a las chicas que son chicos.

Por Curtis E. Hinkle
http://tinyurl.com/2kv4dw

Sunday, January 20, 2008

Dos padres



Vivimos en un edificio con terraza
y tenemos cosas de diseño en la casa
Vivimos muy bien los tres juntos .
Bas trabaja en el periódico
y Diederick es técnico de laboratorio.
Me adoptaron cuando tenía un año.

Yo todavía soy hijo único
pero no me importa
porque así recibo toda su atención
y todo el amor de los dos.
Bas me lleva al colegio
y yo toco el violín como Diederick.
Los tres vemos series
en la televisión.

Yo tengo dos padres
dos padres de verdad
que a veces son liberales
y a veces rígidos.
Todo va muy bien con ellos.
Yo tengo dos padres
dos padres de verdad
que pueden, si fuera necesario
ambos ser mi madre

Cuando es hora de dormir
Diederik corrige mis deberes
y Bas friega los platos o hace la colada.
Y cuando estoy malo
o tengo fiebre
no existe nadie
que me cuide mejor que Diederik o Bas

Yo tengo dos padres
dos padres de verdad
que a veces son liberales
y a veces rígidos.
Todo va muy bien con ellos.
Yo tengo dos padres
dos padres de verdad
que pueden, si fuera necesario
ambos ser mi madre

De vez en cuando alguien se mete conmigo en el colegio
y está claro que eso no está bien.
Tus padres son "maricas".
Piensan que es algo feo
Entonces, yo me encojo de hombros
¿Y qué? soy su hijo
No es muy común
pero a mí no me importa, no

Yo tengo dos padres
dos padres de verdad
que a veces son liberales
y a veces rígidos.
Todo va muy bien con ellos.
Yo tengo dos padres
dos padres de verdad
que pueden, si fuera necesario
ambos ser mi madre